Estuve en el acto del campo. Para los de mi edad, que vivimos poco y nada los actos políticos masivos en serio, es como descubrir cosas de las que siempre oímos hablar pero que nunca habíamos sentido. Sin embargo no era todo euforia. Había gente que gritaba mucho, muy herida, muy ofendida. Muchos pronuncian con tremenda ironía la palabra oligarquía. Muchos la pronuncian defendiéndose. Porque lo putean a Kirchner, la putean a Cristina y juran al cielo: "¡y no soy oligarca!".Se podrá alegar que hay gente muy herida y muy ofendida del otro lado, del de los vulnerables. Y es cierto. Ahora tenemos todo un país ofendido y un gobierno que en lugar de poner paños fríos o cataplasmas –según fuera necesario- profundiza el dolor.
En “Palermo” como llamaban a la residencia de Juan Manuel de Rosas en su tiempo, había mucha, pero mucha gente.
Los que dicen que los discursos de Kirchner y el campo fueron más o menos lo mismo, lo dicen porque no estuvieron. La gente que estaba ahí reclama, exige a los dirigentes del agro. La manera en que vivaron a Alfredo de Ángelis lo explica. Todos, absolutamente, sin distinción de clases, clamaban por De Ángelis. Las señoras paquetas le reconocen que sin tener séptimo grado se desenvuelva de la forma en que lo hace. Es conmovedor ver a los pendejos del campo, grupos de chicos de no más de 28 años, solos, de alpargatas o zapatillas y boinas, concientes de estar viviendo un momento trascendental.
Lo que mete presión en las tripas es la diferencia entre la gente que va por convicción y la gente que va porque tiene que ir. Muchas personas que fueron con sindicatos como el Gastronómico o con organizaciones sociales, se fueron antes. A eso de las 5 se empezaron a ir algunos, mujeres, chicas con hijos. Porque no aguantan el trajín, están mal comidos. Se me ocurre que Kirchner habló antes, más temprano, por eso: la gente no aguanta. De hecho se acaba de conocer la noticia de que otro manifestante kirchnerista murió. Esta vez después del acto. Ya suman 3 en menos de un mes, en otros tantos actos.
Hay un nicho político muy interesante que en este tiempo está quedando abierto. La gente muestra un cansancio muy notorio sobre la clase política y soy muy pesimista respecto del peronismo. Pero hay un nicho. La gente está esperando que aparezca un liderazgo. El interior muestra eso. Están abiertos a escuchar pero están muy desconfiados, muy escaldados.
Respecto del peronismo, me parece que no hay otra vuelta que ponerse a Kirchner de sombrero. No hay otra forma en que el Peronismo salga bien herido de ésta. Y aún así, tengo dudas de que sobreviva. Y si lo hace, ¿con quién? Algunos gobernadores parecen desmarcarse de la locura prepotente y sectaria en que está enredado Kirchner, como Schiaretti. También legisladores como Reuteman. Habrá que ver.
Lo que hoy me quedó mucho más claro es que no hay retorno para los Kirchner. Siempre pensamos que este país da una segunda oportunidad, que tenemos mala memoria y que hasta esto podría olvidarse, que hasta de esto podrían volver los K. Pero no. El acto, que recorrí dos veces bordeándolo y entrando en su corazón, me dio la certeza que de esto no se puede volver, porque la gente está ofendida, enojada, humillada y sienten que tienen que defender su vida, con la vida si es necesario. Son gente del interior, como fue siempre el interior, nacionalista, conservador, católico. Pero sus hijos fueron a la universidad y eso provocó algo distinto en ellos, hay un click que todavía hay que analizar. Pero hay otra gente, que no fue al acto, que no tiene campo, ni familia campesina, que también le está diciendo no a esta forma de concentrar el poder. Las encuestas independientes dicen que Cristina no supera los 20 puntos de imagen positiva.
¿Cuál es el problema que en el campo ganen plata? ¿Cuál es el problema de que el Interior profundo se desarrolle? ¿Cuánto tiempo más van a seguir esperando que el desarrollo se detenga en sus ciudades? ¿Cuánta gente más va a seguir huyendo de sus pueblos hartos de que el progreso nunca tenga parada allí? La gente ya sabe que la verdadera discusión no se está dando. Aquella de la distribución real, la que le devuelve a las provincias lo que legítimamente les corresponde. La de la Coparticipación Federal. Y que seguimos con la lógica del tren bala.
Es de una hipocresía tan profunda esto de más democracia, más institucionalidad, esto de que si quieren otro modelo de país se hagan votar. ¿Qué fue la década del ’90? ¿No hubo un Congreso que funcionó? ¿Unas privatizaciones que salieron por Ley como la de YPF? La década del ’90 fue producto de nuestra ignorancia, aún de aquellos que sólo buscaban ganar dinero. Nuestra ignorancia de ciudadanos, de diputados, de senadores, de gobernadores, de intendentes, de funcionarios y mandatarios. La década del ’90 fue eso, pura ignorancia y avaricia. Y no saber parar a tiempo.
Ahora alguien, el Interior, dijo no. Le dijo no a las actitudes de dominación de un hombre disfrazadas de redistribución de la riqueza. Hace tiempo creo que en el mundo K hubo un error de cálculo que se terminó yendo de las manos. Se creyó que iban a poder dominar al interior como los hicieron con la industria, con los bancos, con el poder económico tradicional y el nuevo a quienes después de humillar y doblegar convirtieron en sus socios. El interior no es igual. La gente del campo es del campo, orgullosa de serlo. ¿Qué van a hacer si dejan la tierra? ¿Venir al conurbano? ¿Poner una agencia de remis? Esa película ya la vivimos.
patricia barral, 15 de julio, buenos aires.
miércoles, 16 de julio de 2008
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