domingo, 20 de julio de 2008

El sueño Cristina

El estruendo fue directamente proporcional al silencio. El silencio del Congreso. El silencio de la actividad de las Instituciones. No se explica de otro modo semejante escándalo. Tremendo ruido por una derrota como el que provocó el Senado de la Nación en la madrugada del 17 de julio con el rechazo del proyecto de las retenciones.
Kirchner y Cristina Fernández gobernaron desde Santa Cruz en silencio, o mejor dicho silenciando. Nadie recuerda una derrota importante de los Kirchner porque sólo jugaban cuando estaban seguros de ganar, por eso jugaban poco y sólo utilizaban las herramientas políticas y del Estado para aplastar y dominar al enemigo.
Pero la Nación no es Santa cruz a pesar de que se cansaron de decir que si en Santa Cruz les fue bien, por qué iban a cambiar… En el juego normal de la democracia y sus instituciones, no es tan raro que el Congreso rechace una Ley. Tanto pavonearse Pichetto con el Parlamentarismo europeo, allí caen gobiernos enteros producto de decisiones parlamentarias. No es nuestro caso, no cae un gobierno por un rechazo parlamentario.
Pero en el universo kichnerista no cabe la opción de perder una batalla. Menos una batalla de envergadura como la de las retenciones. Si el conflicto no hubiera tomado las dimensiones que tomó no se hubiera sentido tanto. Pero Néstor y Cristina apostaban la vida en esto. Por eso jugaron tan a fondo con la peligrosa idea del golpismo primero. Y con la idea de la renuncia de la presidenta después, cuando la idea del golpismo se desmoronó como un castillo de naipes. Un Kirchner sacado intentó construir el operativo clamor so pretexto de la renuncia de Cristina. Tarde. La calle y la sociedad y la votación estaban perdidas.
Todos, ciudadanos y dirigentes de todos los colores políticos, le dan ahora el beneficio de la duda a la Presidenta. Todos ponen la esperanza en que decida finalmente asumir su rol, su responsabilidad, echar a Néstor de Olivos como Menem hizo con Zulema, y ponerse a gobernar. En el imaginario y la memoria política está la imagen de aquella legisladora aguerrida, rebelde, que se plantaba ante cualquiera. Todos esperan que la presidenta reaccione y se convierta en la mandataria de los sueños.
Pero Cristina es Kirchner, no sólo Fernández. La Presidenta no llegó a donde llegó el 28 de octubre por sus propios medios. Llegó producto de sus acuerdos históricos con Néstor Kirchner. Porque son una sociedad política a la que así le fue bien, que se fue retroalimentando con los años en los que también se hicieron ricos.
La Presidenta no va a cambiar a fondo. A lo sumo hará como que cambia algunas cosas como para recuperar parte del capital político dilapidado, llegar al 2009 menos deshilachados para perder por menos. O para tratar de ganar. En el mundo K jamás va a entrar la opción de la derrota o la discusión de ideas.
La democracia K tiene (¿o tenía?) una unidad de pensamiento: la de ellos.Sin embargo trae algo de sosiego pensar que Cristina puede cambiar convirtiéndose en la Presidenta de los sueños. Es esperanzador. Y vamos, por qué no soñar un poco. Al menos hasta que suene el despertador. Porque ellos juegan todo el tiempo a reencarnar cierta simbología. Y esos terminan siendo sueños pesados.


patricia barral, 20 de julio, buenos aires

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